Educación y Cultura
¡Qué calor! La muestra fotográfica que repasa los veranos madrileños de nuestros abuelos
La muestra fotográfica ¡Qué calor! nos presenta un viaje en el tiempo a los veranos de los años 30 a 70 del siglo pasado con una selección fotográfica que cuenta con más de 60 imágenes y que acerca al público a una época, no tan lejana, en la que se combatía el calor con abanicos, botijos y baños en las piscinas del Parque Sindical.
Estas imágenes pertenecen al fondo Martín Santos Yubero -uno de los miembros más notables de la segunda generación de grandes reporteros gráficos de la región- y a la colección Madrileños, pertenecientes al Archivo Regional a las que el público puede acceder de manera virtual a través de la web del Portal de Archivos de la Comunidad de Madrid y descargarse el catálogo de manera gratuita.
La exposición recupera instantáneas de cómo los madrileños no dudaban en sumergir su cabeza bajo el chorro de cualquier fuente pública o en utilizarla como elemento de recreo, tal y como muestran unos muchachos desprovistos de camisetas en una imagen de 1933.
También hay constancia de los más audaces, que preferían un buen chapuzón en el río Manzanares, uno de los lugares favoritos de las familias para pasar el día al aire libre disfrutando de una buena comida en el campo y aliviándose con sus frescas aguas de los rigores del verano.
Veranos en el Manzanares
De hecho, Yubero fotografió divertidas escenas de juegos en el agua entre padres e hijos e imágenes, en las que se puede apreciar lo concurridas que podían llegar a estar algunas de las zonas de baño, como una de 1946 en laque aparecen cientos de bañistas y, sobre ellos, el Puente de los Franceses.
La conocida ‘playa de Madrid’, creada en 1932 a orillas del río, era otro de los lugares a los que recurrían los vecinos de la capital cuando el calor apretaba y, durante varias décadas, hizo las delicias de los madrileños.
La selección que ofrece esta muestra incluye imágenes para el recuerdo como una del año en que se inauguraron estas instalaciones, donde no faltaban la arena, un servicio de tumbonas, columpios y barquitas para alquilar. Y, junto a estas, otras de niños muy pequeños puestos a remojo en un barreño.
Años después comienzan a construirse piscinas públicas en los barrios como atestiguan diferentes instantáneas en las que se observan a familias enteras pasando el día en las piscinas Playa Victoria, de Tetuán; en las Niágara de la Cuesta de San Vicente; las de El Lago, en la Casa de Campo; o las famosas del Parque Sindical en Puerta de Hierro.
Yubero refleja un Madrid desconocido de calles desiertas a las horas de más calor y la Gran Vía vacía de viandantes. Mientras tanto, los operarios de servicios regaban las calles manguera en mano, los obreros de la construcción se refrescaban en bidones provistos de agua y algunos trabajadores se daban un respiro y sesteaban en bancos, adormecidos por la canícula, tal y como recoge el fotoperiodista en 1935 o en 1955.
Pero, pese a las altas temperaturas, el ocio en Madrid no cesaba. Las tardes de ‘calor y moscas’ en la Plaza de las Ventas se atenuaban con refrescos, mientras las señoras sacaban sus abanicos multicolores y otros tomaban una gran copa de helado o una horchata, muy de moda en la época.
Y frente a los refrescos, el botijo: Yubero fotografió puestos de botijos e imágenes de madrileños bebiendo o portándolos por la calle, como si de una botella de agua se tratara. También curiosa resulta una imagen de 1972 en la que se aprecia a un conductor de autobuses de Madrid haciendo una parada y bebiendo del botijo que llevaba en el vehículo.
El fotoperiodista retrató quienes al caer la noche salían a tomar el fresco o a robar unas horas de sueño al calor, como se puede observar en una imagen de 1934, en la que una familia entera estaba en una azotea provista de colchones, hamacas, colchas y un botijo.
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