Mi vecina escribe...'Libre' por Antonia Saracho

'Libre' es el título del relato que esta semana nos acompaña en la sección 'Mi vecin@ escribe' . Su autora, Antonia Saracho, trabaja en Majadahonda desde hace 15 años y, apasionada de la lectura desde siempre, ahora está descubriendo el maravilloso mundo de la escritura. Prueba de ello es esta narración fruto de su pasión por las letras.

LIBRE

Desiderio no sabía si aquello iba a traerle buena suerte o si, por el contrario, era el vaticinio de la peor de las desdichas, pero de lo que no tenía duda era de que, en algún momento, todo el mundo se enteraría.

Nervioso y harto de siempre lo mismo, decidió cambiar por completo.

Fue al armario de su madre y eligió el mejor vestido, que era de encaje blanco con forro de raso, perfecto para su figura. Añadió unas medias de seda con liguero, zapatos de tacón, y un tocado de plumas. Se armó de valor. Con cada prenda que se iba poniendo se sentía más segura.

Termino de vestirse, se miró al espejo y vio a una mujer bella, atractiva y entusiasmada. Entró en el cuarto de baño de su madre, donde cogió el neceser de maquillaje. Sus manos le temblaban y el corazón se le aceleraba. Volvió a mirarse en el espejo y toda esa seguridad que había sentido al principio comenzó a esfumarse. Respiró, volvió a respirar. Percibió como se le cerraba la garganta. Quería gritar, se ahogaba. La rabia y la angustia acumulada durante tantos años se apoderaban de ella «otra vez más».

Levantó la mirada, tenía la cara empapada entre lágrimas y mocos. Un escalofrió le recorrió todo el cuerpo y, en ese instante, decidió que Desiderio había muerto y nacía Desi.  Desi la fuerte, la valiente, la hermosa, la mujer. Irguió su espalda, sacó pecho, se secó las lágrimas y empezó a maquillarse.

Ya estaban todos sentados en la mesa del restaurante cuando llegué: mis padres, la tía Carmen, el tío Juan, los primos Alberto, Carmencita y el imbécil de Mario. El metre, que me reconoció en cuanto puse un pie en el local, me pregunto si tenía mesa reservada. Le señalé con el dedo la mesa que, como cada domingo, ocupaban los miembros de mi familia, y me dirigí hacia ellos con paso firme. Mi primo Mario, como siempre, llamando la atención. Sus gestos y su forma de hablar, tan desagradables. Los demás, atentos a lo que él decía. Con mi mejor voz los salude a todos. Mi padre me miró sin decir palabra, solo apoyó sus manos en la frente. Mi madre soltó un «¡Ay, Dios mío!». Mis tíos y mis primos se quedaron perplejos. Excepto Mario, que con su gracia particular dijo:

—¡Coño si es maricón!

Sentí como me temblaban las piernas, pero ya estaba todo decidido.  Llamé al camarero para que me sirviera un vino, cogí la copa y me la bebí de un trago. Respiré y les dije:

—Hola, soy Desi, y a partir de ahora es así como quiero que me llaméis.

Mi madre no paraba de repetir «¡Ay Dios, Ay Dios!», mis tíos seguían sin articular palabra, Alberto y Carmencita sonrieron, Mario empezó a burlarse y reírse de tal modo que la incomodidad inundó el restaurante. En ese momento mi padre dio un golpe en la mesa y todos callaron, incluso el imbécil. Papá me miro, sus ojos estaban húmedos.

—Hija, me alegro por ti, ya era hora —dijo.

Ante todas las miradas atónitas de mi familia, e incluso la mía, papá me pregunto si quería solomillo o lubina. Yo le sonreí y respondí:

— Solomillo papá, gracias.

Antonia Saracho 

Mi vecin@ escribe

Cada dos semanas la sección #MiVecinoEscribe publica el mejor relato de entre todos los escritos por los alumnos del Taller de escritura creativa impartido por la escritora, referente del género negro en España, Mónica Rouanet. Puedes leer todos los retalos publicados hasta la fecha aquí.

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